Obsesiones y manías en los niños de mi entorno

Pensar que nuestros hijos tienen manías o incluso obsesiones, por lo que yo experimento con mi hijo y me cuentan otros padres de mi entorno, debe ser de lo más normal. Igual es una fase más de su aprendizaje, que como se basa en la repetición puede explicar que los niños se vean obligados a hacer ciertas cosas una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez… para agotamiento de sus cuidadores.

obsesiones en los niños

En nuestro caso hay varias cosas que nuestro hijo haría sin parar si no fuera porque nosotros le “redirigimos” a otras actividades.

Abre y cierra las puertas de las habitaciones (incluso, si la cierra del todo, como no tiene fuerza para empujar el picaporte hacia abajo, nos dirige él nuestra mano para que lo hagamos por él, la abramos y pueda seguir con el ritual), abre y cierra los armarios, intenta tirar (hasta lo que puede) de la cinta que mueven las persianas, se empecina en dirigir su carro de paseo cuando vamos con él en brazos por la calle, quiere quitar los imanes del frigorífico y volverlos a colocar, pide una y otra vez, a su manera, llamar a la perrita de los vecinos (Lupita pero para mi hijo es “ata”)…

obsesiones y manias de los niños

Todo esto, pueden considerarse manías, porque, aunque son conductas que se repiten hasta la saciedad y podrían confundirse con obsesiones, forman parte de su modo de aprender y, sobre todo, no requiere hacerlas TODO EL DÍA, que sería la frontera con la obsesión.

las obsesiones de los niños

Una manía se convierte en obsesión, por tanto, cuando no se puede dejar de hacer y, en consecuencia, supone un aporte negativo al desarrollo del niño. De hecho, pueden darse casos de trastornos obsesivo-compulsivos que sí hay que tratar con especialistas, en los que el niño emplea la repetición de ciertos hechos sin interrupción para intentar luchar contra algún miedo que interiormente le incomoda.

En estos casos extremos, un tratamiento con medicamentos se debe combinar con técnicas de conducta que no sólo se hacen con el pequeño sino con su entorno, sus padres, sus cuidadores, fundamentales para apuntalar los progresos que vaya consiguiendo el niño en su lucha contra la enfermedad.

 
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Un Padre con la L
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