El pasado mes de noviembre, ha sido un horror en casa. Por primera vez en un año la peque se ha puesto malita, pero ha ido encadenando una cosa con otra, así que no levantaba cabeza. Si para algo me ha servido la experiencia (aun que preferiría no tener que repetirla) ha sido para aprender a cómo dar medicinas a un bebé.
Mi hija tenía que tomar dos tipos de medicamento vía oral y darse 3 cremas diferentes. Todo juntito. Y cada vez que nos poníamos a ello se montaba cada cisco… Todo hasta que descubrí que la mejor manera de dar medicinas a un bebé era haciendo lo mismo con su muñeco.
A mi hija le apasiona Elmo, el monstruito rojo de Barrio Sésamo. No puede separarse de él. Cuando llega a casa de la guarde por el primero que pregunta es por Elmo. Vamos, que si nos descuidamos casi la primera palabra que dijo fue Elmo, antes que papá y mamá. Le tiene un cariño… Así que cada vez que le teníamos que dar sus medicinas, cogíamos a Elmo y se las dábamos a él antes que a ella, para que viera que no pasaba nada. Entonces se tomaba las medicinas del tirón, poniendo carillas raras, pero bastante conforme.
Y cuando llegaba el turno de las cremas, cambiábamos de operación. Era ella misma la que le daba las cremas a Elmo, por supuesto con el tapón puesto, por seguridad, pues al fin y al cabo era un bebé de 14 meses. Y a veces, nos daba a nosotros, a nos abuelos o a cualquiera que estuviera en casa en ese momento. Todos teníamos que ponernos la crema.
De esta manera, dar las medicinas a un bebé se facilita bastante. Y es que no nos damos cuenta de lo importante que es un muñeco para ellos hasta que se dan este tipo de circunstancias.
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