No importan cuántos años se lleven de diferencia, los celos suelen aparecer, más tarde o más temprano, entre herman@s. Y no siempre son celos del o de la mayor sobre el pequeño/a, a veces ocurre lo contrario y es el pequeño el que siente que su hermano/a mayor es más que él.
Los celos van y vienen a temporadas, y suelen durar mucho más allá de los primeros meses de la llegada de un bebé.
En principio, si nos atenemos a que los celos son la respuesta del o la peque a la emoción de no ser atendido en la medida que necesita…podríamos recetarnos una tarde a solas con el o la “necesitad@” de mimos y atención, pero esta receta no siempre funciona, ya que es un antídoto temporal que durará lo que dure la excursión sin el o la hermano.
Si el que siente que su espacio en la familia ha perdido protagonismo es el mayor de los hermanos y tiene edad suficiente para comprender una charla, la clave sería buscar un momento tranquilo en el que podamos conversar y mostrarle nuestro amor incondicional, explicándole que no porque ahora tenga un hermano o hermana, ése amor va a disminuir.
Los celos son la respuesta a una frustración, que puede ser causada por algo real (que los padres y/o madres hagamos sin darnos cuenta) o imaginarios ( que sean producto de la mente del o la peque).
Si conseguimos encontrar un momento tranquilo donde podamos averiguar cuál es la frustración que le hace sentir los celos, podremos entender mejor la postura del o la peque y puede que podamos reflexionar también sobre los hábitos familiares que pueden estar motivando esos celos sin mala intención.
Puede que el detonante sea que no quiere quedarse a comer en la escuela, que necesite pasar más horas en casa o que haga demasiadas actividades extraescolares…que sin darnos cuenta realmente se le esté prestando mucha más atención al otr@ herman@ por el motivo que sea…La cuestión es intentar ver con los ojos del o la peque, para poder actuar en consecuencia.
¿Nos ponemos gafas de peque?