La alimentación de nuestros hijos es un tema que nos preocupa, y mucho, a los padres. Queremos darles lo mejor, como en todo, pero a veces no es fácil. Porque, ¿sabemos realmente lo que comen nuestros pequeños?
Galletas con un exceso de azúcar
Ayer, en el programa Hoy por hoy de la Cadena SER, al que me he referido en alguna otra ocasión, Julio Basulto, renombrado dietista y nutricionista, nos alertó de la excesiva composición de azúcar (un 21% nada más y nada menos) de una conocida marca de galletas para niños. Marca, además, avalada, sorprendentemente a pesar de este dato, por la Asociación Española de Pediatría.
Para que nos hagamos una idea, explicaba Basulto, la bebida de cola por antonomasia contiene “solo” un 10% de azúcar, que frente al 21 que acabamos de mencionar, resulta casi insignificante, a pesar de representar un contenido calórico importante.
No se trata de la única marca de galletas con una alta composición de azúcares. Casi todas presentan un porcentaje elevado, bien de azúcar o de edulcorantes, ingredientes relacionados directamente con la obesidad infantil y con otro tipo de problemas que pueden surgir en el futuro.
Es más, el azúcar está presente también en una infinidad de productos de alimentación, para niños y adultos. Solo hay que leer detenidamente las etiquetas del tomate frito, el jamón york, el maíz enlatado, el salmón ahumado o los zumos, por citar solo unos ejemplos, para darse cuenta de su omnipresencia.
¿Por qué echan tanto azúcar todo, a pesar de no ser bueno para la salud?
Muy fácil: porque así sabe mejor y se incita a nuestro organismo a comer más, lo que repercute en las ventas de los productos. El azúcar es, en cierto modo, adictivo.
A mí como madre, me aterran e indignan estas cosas. Sobre todo cuando te encuentras con que una institución, en principio sin ánimo de lucro, que vela por la salud y el bienestar de los niños y a la que recurrimos asiduamente los padres en búsqueda de información y de respuestas, avala y recomienda, por tanto, ciertos productos que parece que no son tan buenos. ¿Por qué razón? ¿En quién podemos confiar entonces?
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