Hace como cuatro o cinco años, cuando mi princesa iba a cumplir los dos añitos, no hubo forma de encontrar una alternativa a celebrar el cumpleaños en casa o en el bullicioso y típico chiquipark.
Así que, como mi familia es bastante grande, decidimos pagar un precio bastante desorbitado en un chiquipark, compartiendo el espacio con otros niños y familias que no conocíamos de nada y sin la intimidad que proporciona el hogar o un espacio alquilado sólo para tí.
Al poco tiempo, empezaron a aparecer espacios de alquiler para fiestas, cumpleaños o eventos y últimamente ya casi todos los cumpleaños de los niños y niñas de nuestros amigos son en este tipo de locales.
Los hay de muchos tipos. Está el típico que tiene una zona de juegos bastante grande para los niños tipo la piscina de bolas pero sin embargo no tiene ni pila en la cocina para enjuagar un vaso o tirar la fanta que han dejado abandonada en él, lo que te obliga a desplazarte (en algunos hasta la otra punta del local) al baño para esta tarea.
Los hay que ni siquiera tienen cocina y lo que han puesto es simplemente una balda con soportes al lado de una estantería y una nevera.
Los hay que el espacio es tan reducido que si te quieres agachar para estar a la altura de los niños obstaculizas el paso de cualquier otra persona.
Los hay que compartes espacios comunes y para cambiar al bebé o ir al baño tienes que salir de la sala y convivir con gente que no conoces de nada mientras das el pecho o esperas que la princesa salga del WC.
De todos los que he podido tastar, el único que me ha permitido estar “como en casa” pero con la ventaja de que luego no me tengo que dar el “palizón” de limpiar, es Espai Cent Onze, una sala en Barcelona de grande capacidad, con una cocina de verdad y la cual no tengo que compartir con nadie más que con mis invitados. Allí hicimos por ejemplo el cuarenta aniversario de mi hermano y fue todo un éxito. Iniciativas sí, pero…¡bien hechas! 
