Esta mañana pedían en la radio que llamaran aquellos padres que hubieran tenido síntomas, durante el embarazo de sus mujeres, similares a los que pudieran tener ellas.
Yo ya había oído hablar de este “síndrome” aunque no sabía que se llamaba “síndrome de Couvade” (del francés couver, incubar) y, sobre todo, no tenía ni idea que hasta el 72% de los nombres lo sufren.Lo que ocurre es que no se suele decir, me explico, un hombre que tiene síntomas de “embarazado”, por lo general, no lo va contando por ahí.Pero es cierto que hay hombres con nauseas, mareos, vómitos, pesadez de piernas, estreñimiento, problemas de piel, depresión, dificultad para concentrarse… vamos, enteramente como sui fueran ellos los que estuviesen esperando un hijo.Las causas que apuntan los expertos son muchas y variadas.
Desde aquellos casos en los que los futuros padres han descrito relaciones no muy fluidas con sus propios padres y esta reacción parece un rebote de situaciones pasadas con sui progenitor hasta otros en que los celos o los nervios ante la responsabilidad nueva de ser padre, de estar al cargo de un ser humano provocan estas reacciones en el cuerpo del hombre.Por lo que se ve, se suelen producir durante el primer y último trimestre del embarazo “real de la mujer (incluso durante el parto también) estos accesos de “síntomas por simpatía”.
La solución para todos estos casos de síntomas de embarazo (ya digo que son más numerosos de lo que podríamos esperar) es sencilla: la pareja tiene que hablar, de manera pausada y tranquila, sobre la nueva situación que, a ambos, le viene encima.
Juntos, analizando qué habrá que hacer con una nueva vida bajo nuestra responsabilidad, conseguirá la pareja asimilarlo de un modo natural, aliviar tensiones (el estrés es malo para todo y para esto, también) e involucrarse ambos en un proceso que si bien físicamente recae principalmente en la mujer, es cosa de dos.
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