Seguimos con la adaptación del rey de la casa. Hay muchos tipos de adaptaciones, pero la nuestra es muy respetuosa y la estamos haciendo poco a poco, según las necesidades del peque.
La primera semana fuimos un ratito cada día juntos volviendo al cabo de una hora aproximadamente de estar jugando. Esta semana ya se está quedando sólo algún ratito, aunque la educadora me avisa en cuanto lo nota nervioso y voy a buscarlo.
Hoy me he acordado de que con mi hija mayor leí que en la adaptación era mejor despedirse, y así lo hice siempre, no me fui nunca a escondidas.
Llevar a cabo la tarea de la despedida implica que habrá ocasiones en las que tendrás que dedicarle un poco más de tiempo porque el niño o la niña no tengan un buen día. En mi caso, por aquel entonces, me costó más de un retraso en el trabajo, pero no demasiados.
Con el niño estoy haciendo igual y parece que va bien. Algo me dice que si me voy “a hurtadillas” no está bien hecho, o por lo menos a mí no me gustaría que me lo hicieran.
Las prisas no son buenas consejeras en tiempos de adaptación. Una vez que llegas al espacio de juego o guardería deberías quedarte un ratito, aunque sean 10 minutos, porque esto hará que el niño o niña esté más relajado que si llegas, lo sueltas, y te vas.
Una vez que el peque se ha hecho a la idea de que ya está allí y empieza a jugar puede ser un buen momento para la despedida. La despedida ideal debe ser rápida y llena de mensajes positivos. La emoción de la persona (sea la madre o el padre) que se despide puede pasar al niño o niña, por eso es muy importante que la persona esté tranquila y crea firmemente que lo deja en un entorno de confianza.
Algunas de las frases que puedes incluir en la despedida pueden ser “Pásalo bien jugando”, “Que te diviertas” o un simple “Vengo en un ratito”.
¿Cómo te despides tú?
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