Si notas que tu bebé come menos o cuando come algo parece que le cueste trabajo tragar, tenga la garganta inflamada, puede que tenga anginas. A veces pasa desaparcebido, pero antes de preocuparte porque no coma, siempre puedes estar atenta y valorar si habitualmente hace o no esos gestos al comer.
Por ejemplo, mi peque cuando tiene la garganta inflamada y le cuesta tragar, cierra los ojos como intentado paliar el dolor que le causa al pasar la comida.
Si la inflamación es importante, seguramente acabará teniendo fiebre, que es el mecanismo de defensa que tiene el cuerpo para decir que algo no va bien. Forzarle a comer no le hará ningún bien, ya que estarás forzando a su organismo a gastar la energía en algo que no es prioritario en ese momento. Lo que sí puedes hacer es ofrecer distintos tipos de alimento para ver si alguno le apetece más que otro, seguramente, si le duele la garganta, preferirá aquellos más líquidos o purés de suave textura a unos ricos macarrones, aunque éste sea su plato preferido.
¿Qué podemos hacer cuando el o la peque tienen anginas?
Además de no forzar a comer y ofrecer muchos líquidos como zumos o agua, debemos controlar la temperatura y procurar un ambiente relajado para que el o la peque puedan descansar y recuperarse.
Lo usual es que la amigdalitis sea causa de un virus aunque en un bajo porcentaje de casos la responsable puede ser una bacteria.
Es normal que si un miembro de la familia tiene amigdalitis se puedan contagiar otros miembros además de ser un cuadro típico de procesos catarrales que ocurren en invierno o con los cambios bruscos de temperatura.
El tratamiento del pediatra normalmente será paracetamol o ibuprofeno para bajar y controlar la fiebre además de aliviar los síntomas como pudieran ser el dolor de garganta o incluso el de cabeza. Sólo en el caso de una amigdalitis bacteriana será necesario el tratamiento con antibiótico.
¿Conocías los distintos tipos de amigdalitis?
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