Parece que la historia quiere explicarnos que fue gracias a Angelique Marguerite Le Bousier du Coudray, que en el siglo XVIII la obstetricia se viera como una profesión que podían ejercer las mujeres, y no sólo los hombres.
Madame du Coudray recorrió Francia y sus alrededores como matrona y como especialista en temas de embarazo y parto en una época llena de mitos y realidades inventadas.
En aquella época todo lo que acontecía alrededor del parto era misterioso y fruto del azar o de la providencia divina…sin tener mucha relación con la medicina y dejando, en caso de que el parto fuera mal, toda la responsabilidad a la partera.
Un útero de trapo como herramienta para dar a luz
Además de convertirse en partera nacional reconocida por el Rey Luis XV en 1759, Madame du Coudray escribió un libro sobre obstetricia y fabricó un modelo anatómico de tela, piel y esponja de un útero con un feto, del que todavía se puede ver una réplica en el Musée Flaubert (Rouen).
Gracias a su trabajo esta partera o matrona logró hacer ver la importancia de aspectos tan básicos en el proceso del parto como la higiene o los cuidados, logrando luchar así y poner su granito de arena contra la alta mortalidad infantil de aquella época.
En el útero de trapo que fabricó Marguerite logró representar la pelvis, el útero y su apertura, los ligamentos, la vagina, la vejiga y el recto añadiendo el modelo de un niño de tamaño natural. También fabricó con tela la placenta con sus membranas y una simulación de las aguas que contienen, el cordón umbilical con las dos arterias y la vena…
Madame Coudray se convirtió en un referente para muchas matronas y muchas mujeres logrando reducir los índices de mortalidad en el parto ya que muchas mujeres no tenían asistencia y cuando llegaba el cirujano a según que zona rural era demasiado tarde.
¿Sorprendente, no?