Acabo de leer que ha muerto Manolo Escobar, a los 82 años de un cáncer de colon.
Y a mi mente viene el recuerdo de la canción que me cantaba mi abuelo y de la cual todavía tengo la cinta que me traje de casa de mi abuela. Mientras canturreábamos nuestra rumba Arremángate en un pequeño radio cassette gris y negro mi abuelo se deshacía en halagos mientras yo movía los brazos arriba y abajo dando vueltas con mi intento de mostrarle el salero andaluz heredado.
Es importante tener conciencia de que los niños son verdaderas esponjas en todos los sentidos y realmente aunque sean muy pequeños (yo tendría menos de cuatro años) en algún lugar de su mente irán guardando esos pequeños detalles que les hacen felices y les hacen vibrar de alegría al sentir la intensidad de sus abuelos, padres e incluso cuidadores.
Recordemos cada día el “Carpe Diem” también con los niños que no lo serán siempre, e intentemos llenar su hucha de recuerdos de cosas bonitas como esta canción. Los hijos son para toda la vida pero es cuando son pequeños cuando sus recuerdos dependen más de nosotros que somos sus cuidadores, hasta que se valgan por sí mismos y escojan sus recuerdos de forma libre. Intentemos que en casa reine un ambiente armónico y sea un verdadero “Sweet Home”.
Gracias iaio por mostrarme siempre tu sonrisa y gracias Manolo Escobar…
Esa canción me ha acompañado todos estos años y la he cantado en infinitas ocasiones para hacer reír, para jugar con las niñas…o incluso en Navidad cuando se acababa el repertorio de canciones navideñas al son de la cuchara rozando arriba y abajo la botella de anís …y posiblemente en el fondo para seguir recordando aquellas mañanas en el entrañable pueblo de mis padres, donde en una “casilla” pequeña y acogedora grabé muchos de los recuerdos de mi infancia.
