Volvía de dejar a la princesa en el cole a las 15.30h, y como el bebé estaba tontito de sueño, lo puse en la manduca para que pudiera tomar pecho y así quedarse dormido; y por el camino coincidí con una mujer que trabaja cerca de mi casa y, como íbamos hacia el mismo lugar, un agradable comentario que hizo sobre mi bebé y mi manduca nos hizo ponernos a charlar como si nos conociéramos de toda la vida.
En una ciudad grande a veces desconfías de la gente, pero la verdad es que es una pena porque es precisamente lo que no ocurre en los pueblos, y eso crea un ambiente de más comunidad entre las personas.La mujer que conocí tiene una hija de 6 años, como yo, pero su hijo es mayor que el mío y tiene 24 años en lugar de los 18 meses de mi enano.Empezamos a hablar y me dice que cuando se quedó embarazada, pensaba que era la menopausia. Madre mía, pensaba ella, porque le provocaba vómitos continuamente y mucho malestar.
Quien iba a pensar que se había quedado embarazada a los 43 años. Después de deambular por varios médicos siendo diagnosticada de gastrointeritis, acudió a urgencias por el dolor de espalda y fue allí donde, tras hacerle una analítica de orina, le dijeron que lo que tenía era un feto de 4 meses de gestación en su barriga.
¡Vaya sorpresa se llevó la pobre! La mujer había hecho el diagnóstico totalmente contrario, de menopausia a embarazo.
Ella está muy feliz, porque dice que los dos hermanos están encantados. A la pequeña se le cae la baba con su hermano mayor y el hermano la está disfrutando casi como si fuera su hija.
-No hay mal que por bien no venga. (Fue lo que yo le dije, entre risas por alguna de las palabrotas que soltó cuando me explicaba la anécdota.)
-¡Y tanto! (Dijo ella, y entre risas nos despedimos).
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