Estos días hay unas imágenes que han corrido por internet como la pólvora en las que una adolescente de apenas catorce años la emprendía a palos con una compañera (¿compañera?) mientras sus “amigas” (habría que preguntarlas si lo son de verdad o simplemente son gregarias) la grababan, pero en ningún momento impedían que siguiera con la tortura, los niños descarriados, y sin empatía alguna por el dolor ajeno, no hicieron reflexionar a mi mujer y a mí.
Por desgracia, este último ejemplo no es el único porque se nos ofrecen videos similares en las noticias con cierta frecuencia. Tal vez antes pasaba igual pero la difusión no era tanta, dada la facilidad con la que internet sirve ahora de megáfono e cualquier acto, sea bueno o malo.
Evidentemente, nos encontramos a años de que pueda pasar algo parecido pero no pudimos evitar pensar en qué pasaría si nuestro hijo llegara a ser como la niña agredida. O, y no sé qué sería peor, si fuera como la agresora.
A la vista del revuelo que se montó con la aparición de este video, la matona se “justificó” en Twitter poco más o menos que metiéndose con los que la criticaron y diciendo que si lo había hecho tenía sus motivos. Es más, muchos chicos, y estos es preocupante, también piensan que si la agredida había cobrado algo habría hecho.Lo que parece claro es que los adultos algo estamos dejando de hacer.
Porque no es normal que se justifique la violencia con tanta facilidad y desde edad tan temprana en algunos niños.
No es normal que se asista a un “espectáculo” tan denigrante y nadie sea capaz de intervenir. No es normal que se siga abusando del débil y no haya medidas educativas previas que lo eviten a toda costa o, en el peor de los casos en que haya pasado ya algo malo, no existan medidas correctoras a la altura de la gravedad de la situación.
Si echamos un vistazo al mensaje de “defensa” de la niña bárbara en la mencionada red social y contamos el número de faltas de ortografía que contiene el texto (y ya es difícil, dada la limitación de caracteres de Twitter) podemos empezar a explicarnos algunas cosas.
Porque creo que la educación es un todo e igual que un padre no puede dejar que un hijo escriba rematadamente mal tampoco puede dejar que se convierta en un mequetrefe que se crea superior a los demás. Sé que es más fácil de decir que de llevar a cabo, no obstante. Pero también creo que nuestra voluntad, la de los padres, debe ser firme y constante y, acompañada del cariño necesario hacia nuestros hijos, les ayudará a discernir la diferencia entre lo bueno y lo malo y llegar a ser personas que respeten y que se hagan respetar sin el empleo de la violencia.
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