Para cerrar este bloque de posts sobre el periodo de adaptación de los bebés cuando van por primera vez a la guardería, no podemos dejar de hablar del papel que jugamos los padres en esta experiencia tan importante de nuestros hijos.
La orientadora del cole de mi hija explica que “el papel que debemos desempeñar respecto al niño es el de facilitar, contener y canalizar“.
¿Y qué entendemos por cada una de estas cosas? Pues “facilitar” significa manifestar interés, respeto, valoración y tolerancia. Los padres debemos adoptar un rol de mantener una actitud receptiva, para de este modo servir a los peques de soporte psicoafectivo.
En muchos casos somos primerizos en este nuevo estado. A las dificultades habituales de la vida cotidiana debemos añadir ahora las que conlleva la paternidad.
Quizás sea esta la primera separación también para vosotros, lo que probablemente hará que nazcan de vosotros sentimientos contradictorios, dándose así una situación en que la ambivalencia y la intensidad emotiva hacen difícil conservar la estabilidad personal que los profesionales nos advierten tan necesaria para la adaptación del niño.
Va a ser fundamental tomar conciencia de todos estos sentimientos interiores y no olvidar nuestra función de modelo del niño. Ellos serán capaces de asumir está experiencia sólo si nosotros, como padres, sabemos afrontar la nueva situación.
Para lograrlo, lo ideal es que la actitud de los adultos que rodean al niño sea de la siguiente manera:
- Siempre positiva hacia el colegio: ir contentos, alegres, con tiempo, sin prisas. Lo mejor es tener bien progrmados esos primeros días.
- Explicarles el cambio: Los niños comprenden mucho antes de comenzar a hablar, no hay que infravalorarlos. Así que les vendrá muy bien que unos días antes, les expliquemos qué va a pasar: “Te vamos a llevar a jugar un ratito con otros niños y, después de la siesta te voy a ir a buscar…”. Es bueno darles siempre una referencia de cuando vamos a volver (tras la comida, cuando sea la hora del patio, después de echarse la siesta…).
- Despedida tranquila pero no demasiado larga: si alargamos mucho la despedida los niños interpretan en nuestro acto que ocurre algo importante, que va a ser largo porque a mamá/papá le está costando marcharse…
- Nombrar al profesor por su nombre: demostrando que no le estamos dejando con un extraño, sino que le conocéis y confiáis en él.
- El momento de la recogida: alegre y despidiéndonos “Hasta mañana”. Evitad que os oiga preguntar al profesor si ha llorado o si ha estado triste. Por lo general los profes nos cuentan de motu propio las cosas más relevantes. Además, se ha puesto muy de moda hablar a través de las agendas.