Si existen antecedentes familiares de problemas de salud visual los niños y niñas deberían visitar el oftalmólogo infantil sobretodo si se aprecia que tiene alguna dificultad.
Algunos síntomas de alerta son si el niño o niña desvía los ojos, se acerca mucho al objeto que desea examinar, tiene dolor de cabeza frecuentemente, tiene los ojos enrojecidos o le lagrimean con facilidad o suele tener muchas legañas. Si el niño ladea la cabeza, tiene algún tic facial o le pican mucho los ojos puede necesitar una visita con el especialista. Normalmente la visita no requiere ningún tratamiento y como mucho consistirá en que el niño o niña vaya nombrando los dibujitos que le muestran.
En el momento del nacimiento el bebé ya es examinado evaluando la longitud y el volumen ocular así como el conducto nasolagrimal.
El sentido de la vista es muy importante en todos los aspectos, no sólo en el físico. He conocido niños que pensando que tenían problemas de aprendizaje por otras causas han visto la luz (y nunca mejor dicho) cuando se les han puesto unas gafas por ser una simple miopía lo que les estaba haciendo la vida imposible. Los pequeños y pequeñas no son capaces de discernir si lo que ellos ven es lo que se supone que deben ver y en ocasiones una deficiente lectura puede venir dada porque simplemente ven las letras borrosas.
Algunas de las dificultades que suelen estudiar en niños los oftalmólogos son el ojo vago, el estrabismo, la obstrucción lagrimal, la graduación, malformación, catarata congénita o traumatismo. Los expertos recomiendan hacer una revisión con el oftalmológo infatil antes de los tres años a no ser que existan factores de riesgo que requieran adelantarla.
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