El síndrome de la cuna de pinchos

Síndrome cuna de pinchos

Te has tirado dos horas meciendo a tu bebé en brazos para que se quedara dormido. Te pica la espalda a rabiar pero no puedes permitirte el lujo de despegar tu brazo de su cuerpecito. Tus tripas rugen de hambre y les dices en voz baja que paren, que no quieres volver a comenzar el ritual para que cierra los ojos de nuevo. Y justo en ese preciso instante en el que te lanzas a la piscina, jugándotelo todo a doble o nada, y le acomodas suavemente en su cuna, minicuna, cochecito o donde vaya a pasar la noche o a dormir una siesta… ¡Noooo! Otra vez abre sus pequeños ojos como queriendo decirte: “No me gusta dormir solo”.

El síndrome de la cuna de pinchos

Si has vivido esta situación cientos de veces, no estás sola. ;) De hecho, no conozco a casi ninguna familia que no haya pasado por esto. Pero desespera, y mucho. Te preguntas si tu hijo es el único bebé del mundo que no duerme en su cuna, mientras el agotamiento hace mella en ti y no sabes cómo afrontar la situación. Solo necesitas que la próxima vez que intentes tumbarle, siga profundamente dormido, como lo está en tus brazos.

¿Por qué se despiertan tanto los bebés al tumbarles?

Sencillamente, porque se encuentran felices y muy agustito en nuestros brazos. Necesitan contacto físico para poder dormir, incluso movimiento. Han estado en el vientre de mamá durante unas cuarenta semanas y ahora pretendemos que duerman solos en una cuna.

Claro, se ha acostumbrado a los brazos

No. Ya nacen acostumbrados ;)

En realidad se trata de un mecanismo de supervivencia. Las crías de muchas especies de mamíferos permanecen pegados a sus madres durante las 24 horas del día. Solo las que se apartan terminan muriendo atacadas por otros animales.

¿Cómo consigo que mi bebé duerma?

El porteo, ya sea con un fular o una mochila ergonómica, resulta una forma estupenda para que tu bebé descanse lo que necesite. Te permite llevarle pegado a tu pecho mientras realizas tareas domésticas, comes o incluso sales a la calle.

Colechar con él (dormir en la misma cama) también es una buena opción, aunque debes estar convencida y no temer por su integridad física: no le vas a aplastar.

También puedes adosar una cuna a tu cama (las llamadas cunas de colecho) y permitirle que se pegue a ti lo que necesite, aunque con la comodidad de que él tenga su espacio y tú el tuyo.

A veces se nos olvida que los niños no vienen a este mundo sabiendo que hay que acostarse a las diez y dormir toda la noche. ;)

¿Tú también sufriste el síndrome de la cuna de pinchos?

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