Transformación de mujer a madre con la llegada de un bebé

Cuando pensé escribir sobre el tema de esta transformación que da título a este post, al principio me pareció una buena idea. Luego pensé que, tal vez, pudiera ser mal entendido, pudiera sacársele punta a la frase en cuestión y pareciera un menosprecio (como si fuese inevitable el paso de un “estado” a otro y que la que es madre deja de ser mujer) que, vaya por delante, jamás se me ha pasado por la cabeza.

la transformación de mujer a mamátransformación de mujer  a madre

Todo lo contrario.

Empezaré, pues, aclarando el título. He querido destacar que, tras un nacimiento, hay una transformación y florecen unos instintos, los maternales, que predominan sobre cualquier otros, incluso los que tienen que ver con el egoísmo personal de búsqueda de la propia felicidad. Una madre, para entendernos, es una mujer en un estadio superior.

la transformación que sufren las madres

La idea me ha surgido hoy cuando, al comentarle a mi mujer que le tenía preparada una sorpresa para este próximo viernes, como regalo adelantado de cumpleaños (falta casi un mes para la efemérides) y advertirla que no hiciera planes, ha reaccionado de un modo muy especial. Se ha alegrado por la sorpresa, por supuesto, pero su primer pensamiento no ha sido ése. Su primera preocupación ha sido si nuestro hijo iba a estar bien.

Yo, que no quería darle más información que la mínima necesaria para no desvelar nada de la sorpresa, la he tenido que escuchar cómo relataba lo mal que se porta en otras casas, lo extraño que se mueve en otros ambientes… vamos, como casi todos los niños de poco más de diez meses. Le he tenido que jurar y perjurar que estaría bien, que confiara en mí y que se relajara porque, de otro modo, no iba a disfrutar de su sorpresa como yo quería que lo hiciera. Sinceramente, creo que no lo he conseguido del todo.

transformación de algunas mujeres

Porque el hecho cierto es que, cuando una mujer tiene un hijo, su mundo, su sol, su universo entero es ese pequeño ser que no llega al metro de longitud, que llora, grita, babea, vomita, se mea y se hace caca, que lo quiere todo para dejar de quererlo al instante… pero que también se ríe, hace gracias, se acurruca, da besos…

Es totalmente comprensible que por alguien así se pierda la cabeza y las madres, un poco, la pierden en esta transformación.

Por eso no les importa descuidar sus peinados, su maquillaje, la ropa que llevan siempre que sepan que sus retoños están bien cuidados, alimentados y con el cariño suficiente.

Mi mensaje es de admiración porque tras pasar ese proceso de nueve meses, se produce una transformación por la cual la felicidad no reside en el interior de la mujer sino en el bienestar de otra persona, de su hijo, y tal desprendimiento es la mayor muestra de humanidad que pueda existir sobre la tierra.

¡Enhorabuena, madres, mujeres, por enseñarnos a ser más humanos!

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Acerca de Javier

Un Padre con la L
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