Ser madre es atrevido porque pondrás al límite tu paciencia y tu educación emocional. No te creas que va a ser fácil aunque te aseguro que no tiene desperdicio. Te pasarán cosas que te harán llorar, pero otras te harán reír con tal intensidad que la gente que pase por tu vera se pensará que te has vuelto loca de atar.
El día a día se convierte a veces en un duro reto que empieza desde que te levantas hasta que te acuestas.
Antes de ser madre, al despertarme, mi único deber era ducharme y desayunar antes de ir a trabajar.
Ahora como madre de dos personitas, mis deberes se han multiplicado y por las mañanas preparo 3 desayunos y un bocata que viaja en la mochila de la mayor al cole, incluida también la tan necesaria cafetera para sobrevivir y poder acabar de abrir los ojos que, aún entornados, siguen a un lado y a otro los pasos del pequeño terremoto intrépido.
Por las noches, ahora como madre de dos personitas, preparo la ropa de 3, peino 3 cabezas (aunque la mía no lo parezca), reviso uñas, bocas manchadas de cola cao, busco pañuelos, gorros o bufandas en función del tiempo, hago un poco de circo para que el pequeño suba al carro sin lloriquear, pienso si toca o no educación física para calzar o no deportivas a la mayor y voy mirando una y otra vez el reloj para no llegar tarde a la escuela.
Y en eso que llegas a la calle, ya cansada aunque haga apenas una hora que estás en pie, miras al suelo y ves a tu hija con las zapatillas del Barça…
Y entonces vuelve la paciencia, la educación emocional, las ganas de gritar y…de repente te entra la risa tonta…y tu hija te mira, primero con recelo por si te enfadas y luego, cuando ve que te has puesto a reir, ríe contigo…
− Entra en el ascensor anda….zapatillas…
− Sí mama…
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